Y entrando en la casa, vieron al Niño con su madre María, y postrándose le adoraron; y abriendo sus tesoros le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra.
Mateo 2:11
Me llama mucho la atención este pasaje: Cuando se encontraron con Jesús, se postraron delante de Él y lo adoraron.
Cada persona que se encuentra con Jesús, debe tener el deseo de adorarlo, con todo el corazón, en Espíritu y en Verdad.
Si aún no nace en ti el deseo de adorar a Cristo, pídele que se revele a tu vida; dile que lo quieres conocer, búscalo, acércate a Él. Haz lo que hicieron estos sabios de oriente, lo buscaron… y todo el que busca: encuentra.
Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes.
Santiago 4:8
Cuando los sabios de oriente (o reyes magos) vieron a Jesús, no les quedó la menor duda de que Jesucristo era a Quién habían estado buscando. Se acercaron a Él, y Dios mismo les reveló Quién era Jesús.
Los sabios de oriente le llevaron tres obsequios. ¿Sabes lo que representa cada uno de ellos?
Oro: Jesús es Rey, y Quien merece estar en el trono de nuestro corazón.
Incienso: Jesús es Dios, y a Quien debemos levantar olor fragante de alabanza y adoración.
Mirra: Jesús es Hombre, Quién vino a morir en la cruz tomando nuestro lugar, para pagar por nuestro pecado y reconciliarnos con Dios Padre.
Jesús nació en un pesebre para cumplir con las escrituras, pero no se quedó niño, tampoco se quedó en la cruz, ni en la tumba; sino que creció en estatura y sabiduría, resucitó y hoy está vivo, sentado a la diestra del Padre, intercediendo por los suyos y Reinando en Majestad.
¿Crees esto? Te invito a que pases un tiempo adorándolo y disfrutes de la bendición de hacerlo.
Pon tu delicia en el Señor,
y El te dará las peticiones de tu corazón.
Salmo 37:4
Dios te bendiga,
-Ani Garza T