Hoy quiero hablarles sobre un tema que, si bien puede ser incómodo, es crucial para nuestra relación con Dios: la idolatría.
En un mundo lleno de imágenes y figuras veneradas, es fácil perder de vista al único Dios verdadero, al Rey de Reyes y Señor de Señores. Es fácil caer en la trampa de exaltar a otros seres, incluso a personas santas, como si tuvieran el poder que solo Dios posee.
No es casualidad que hoy hayas llegado a este mensaje, y te invito a reflexionar sobre la práctica de adorar a la «reina del cielo». Si bien la veneración a María, madre de Jesús, es natural y hermosa, no podemos elevarla a un estatus divino que no le corresponde.
María es la madre de Jesús, el Unigénito de Dios; bien sabemos que Dios es eterno, que siempre ha existido y que no tendrá fin, Él es el alfa y el omega y Creador de todo cuanto existe, por lo que una criatura no puede ser su madre.
La Biblia nos advierte en Jeremías 7:16-18 sobre la ira de Dios hacia aquellos que ofrecen ofrendas a la «reina del cielo»:
«No me hables del rey ni del príncipe del pueblo, porque los profetas también me han profetizado a mí, a los jefes, a los sacerdotes y a todo el pueblo de esta tierra, diciendo: ‘Ustedes ofrecen ofrendas a la reina del cielo para provocarme a ira y para ponerme a prueba. ¡Pero esas ofrendas no me llegan a mí!'»
Jeremías 7:16-18
Dios es un Dios celoso, como se declara en Éxodo 20:5:
«No te harás para ti ídolo, ni figura alguna de lo que hay arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellos ni los servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, Dios celoso que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen»
Éxodo 20:4-5
Y es celoso precisamente por el gran amor que nos tiene; Él sabe que cuando ponemos nuestra confianza en algo o alguien más que no sea Él, sin duda que seremos defraudados.
El primer mandamiento, el más fundamental, nos recuerda: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza» (Deuteronomio 6:5 LBLA). Adorar a cualquier otra figura, incluso a la Virgen María, es una violación directa a este mandamiento.
En un mundo lleno de confusiones, es importante recordar que Jesús es el único camino a Dios. Como él mismo afirmó:
«Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí» Juan 14:6 LBLA
Solo a través de la fe en Jesucristo podemos tener un encuentro real con Dios, recibir el perdón de nuestros pecados y alcanzar la vida eterna.
Los muertos, por mas buenos que hayan sido en vida, no tienen poder sobre nosotros ni sobre nuestro destino eterno, esto incluye a María.
«Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen recompensa, ni su memoria es más retenida. Su amor, su odio y su envidia ya perecieron, y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace bajo el sol»
Eclesiastés 9:5
Hoy te invito a dejar atrás las figuras terrenales, vivas o muertas, que no pueden salvarnos ni darnos la vida eterna. Les invito a tener un encuentro real con el Rey de Reyes y Señor de Señores, Jesucristo. No nos hagamos ni veneremos imágenes talladas que representen algo «divino», porque esa algo que a Dios no le agrada.
Solo en Jesús podemos encontrar el perdón, la paz y la vida eterna que tanto anhelamos.
Reflexionemos en estos pasajes bíblicos y oremos para que Dios nos ayude a discernir lo que es correcto y lo que no. Que podamos adorar solo al Dios verdadero, el Rey de Reyes y Señor de Señores, y que podamos tener un encuentro real con Él a través de la fe en Jesucristo.
Por tu Encuentro con Jesús,
-Ani Garza T