Ahora que están en puerta las elecciones para gobernador y alcalde, he estado pensando mucho en quienes son los que deberían de estar en esos puestos de autoridad. Y aunque tenemos bien claro quienes son los que ya no queremos que nos gobiernen, es difícil decidir por quién sí votar, por miedo a que se dividan los votos y como ciudadanos, volvamos a perder.
¿Cuantas veces hemos votado por alguno que no necesariamente es el mejor, pero que tiene más probabilidad de ganarle al peor? Decidimos votar por «ese» que la mayoría prefiere, con tal de que el malo no gane, y aunque en parte suena lógico, hoy quisiera compartir un pasaje de la escritura que vino a traerme luz para poder tomar una decisión.
Cuando el rey David era ya anciano, su hijo Adonías, se ensalzaba diciendo que él sería el próximo rey. Hizo creer a todo el pueblo que así sería, pero Dios tenía otros planes.
14 Y añadió: Tengo algo que decirte. Y ella dijo: Habla. 15 Y él dijo: Tú sabes que el reino era mío y que todo Israel esperaba que yo fuera rey; pero el reino ha cambiado de manos y ha venido a ser de mi hermano, porque por voluntad del Señor era suyo.
1 Reyes 2:14
La voluntad del Señor no era que Adonías ocupara ese puesto, sino su hermano Salomón y fué a Salomón a quién Dios levantó como rey.
Es por esto, que me gustaría que meditemos en este pasaje, para que unidos en oración, le pidamos al Señor que sea Él, quién levante a nuestros próximos gobernantes. Que no nos equivoquemos una vez más votando por el que la mayoría cree que tiene posibilidades, sino que le demos nuestro voto a esa persona que El Señor ponga en nuestro corazón, ese candidato al que podemos conocer por sus frutos y Dios lo levantará. Porque lo que para los hombres es imposible, es posible para Dios.
Necesitamos a alguien que podamos respetar, que cumpla y haga cumplir la ley, que busque la dirección de Dios en su vida para guiar a su familia y al pueblo, y que aborrezca el mal. Dios puede levantar a alguien así, y sanar nuestra tierra si creemos a Su Palabra.
Estas fueron las palabras que Dios le dejó a Salomón, mismas que podemos hacer nuestras hoy, porque El Señor es el mismo ayer, hoy y siempre.
11 Así acabó Salomón la casa del Señor y el palacio del rey, y llevó a cabo todo lo que se había propuesto hacer en la casa del Señor y en su palacio. 12 Y el Señor se apareció a Salomón de noche y le dijo: He oído tu oración, y he escogido para mí este lugar como casa de sacrificio. 13 Si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta a devorar la tierra, o si envío la pestilencia entre mi pueblo, 14 y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra.
15 Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar, 16 pues ahora he escogido y consagrado esta casa para que mi nombre esté allí para siempre, y mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días. 17 Y en cuanto a ti, si andas delante de mí como anduvo tu padre David, haciendo conforme a todo lo que te he mandado, y guardas mis estatutos y mis ordenanzas, 18 yo afirmaré el trono de tu reino como pacté con tu padre David, diciendo: “No te faltará hombre que gobierne en Israel.”
2 Crónicas 7:11-17
Algo que me llama la atención de este pasaje, es que Dios no le está hablando a todo el mundo; no le está hablando a los malitos ni a los incrédulos, les está hablando a Su Pueblo; somos nosotros los creyentes los que podemos mover la mano del Señor a nuestro favor, si de verdad lo buscamos de corazón.
Dios no pide que todas las personas cambien para que Él sane nuestra tierra; nos esta hablando a nosotros, Su Pueblo, los que hemos recibido a Jesucristo en nuestra vida y lo confesamos como nuestro Salvador y Señor.
Dios es claro y desea bendecirnos, hay una pequeña parte que nos corresponde hacer; Él hará lo demás.
Conforme a la Palabra que nos ha dejado en:
19 Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
Mateo 18:19
Pongámonos de acuerdo para pedirle al Señor, que sea Él quién levante a nuestros próximos gobernantes, que pueda dirigirnos para que demos el voto de acuerdo a Su Voluntad, y que una vez más, Su Nombre sea glorificado.
«Señor, aquí estamos… levantando una oración reconociendo que te necesitamos, buscando Tu rostro y apartándonos de nuestros malos caminos; para que vengas y sanes nuestra tierra de tanta maldad y corrupción. Levanta a los gobernantes de acuerdo a Tu Voluntad; y reconocemos que solamente Tú, Jesús, eres Rey.
Gracias Padre por escucharnos, y todo te lo pedimos en el nombre de Jesús; nombre que está sobre todo nombre y quién es nuestra máxima autoridad.»