Por Ana Maria GT
Junio 13, 2011
Dios sigue buscando adoradores, que le adoren en espíritu y en verdad.
Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad. Juan 4:23-24
El adorar a Dios no es algo que a alguien se le haya ocurrido, es algo que verdaderamente Dios busca que hagamos, eso le agrada a él. Al adorar y alabar a Dios, Él viene y hace habitación o morada entre nosotros, se manifiesta con poder sanando corazones heridos, enfermedades físicas, contestando peticiones y haciendo milagros de todo tipo.
Dios habita en medio de la alabanza de su pueblo. Salmo 22:3
Cosas grandes suceden cuando el pueblo de Dios, nos reunimos a adorarlo, alabarlo y bendecirlo. El Espíritu Santo desciende con poder tocando corazones, quebrantándolos, transformándolos, Él tiene el poder para convertir cualquier corazón de piedra por uno de carne. Dios trae restauración a las vidas personales, matrimonios, familias, El es quien vuelve los corazones de los hijos a los padres, y de los padres a los hijos. El Espiritu Santo viene trayendo convicción de pecado y dando el don de arrepentimiento. Cuando alabamos y adoramos a Dios los enemigos se dispersan, el rey David lo sabía muy bien, y el rey Josafat también (2 Crónicas 20). Los problemas y las batallas se ganan adorando a Dios. Cuando venían los enemigos contra Josafat, el no ordenó al pueblo que peleara; sino que todos se pusieran a adorar y a alabar a Dios. Ganaron la batalla porque Dios les dió la victoria, y los enemigos terminaron matándose entre sí. En El somos mas que vencedores por su amor incondicional.
Dios busca que lo adoremos en espíritu y en verdad. Esto quiere decir que solamente las personas que han nacido de nuevo (Juan 3), del Espíritu Santo, pueden adorar a Dios. Quienes no han nacido de nuevo y no tienen de su espíritu, no pueden adorar a Dios, no les nace hacerlo, como dicen. Porque Dios es espíritu, y la manera que nos conectamos con Él, es con el Espíritu Santo que Él ha hecho morar en nosotros, los que creemos en su Hijo Jesús. Los muertos (espirituales), no alaban a Dios.
Los muertos no alaban al Señor, ni ninguno de los que descienden al silencio. Pero nosotros bendeciremos al Señor desde ahora y para siempre. Aleluya! Salmo 115:17-18
Dios también busca que lo adoremos en verdad, sin fingir, desde nuestro corazón sincero y limpio, limpiado por su sangre. De Dios nadie se burla, y todo lo que sembremos eso también segaremos. Busquemos adorar a Dios con un corazón sincero, levantando manos limpias, dedicando un tiempo especial de adoración y alabanza con otros creyentes, y reconozcamos su presencia en medio de la alabanza de su pueblo; porque en su presencia hay plenitud de gozo. Y donde dos o tres estamos reunidos en Su Nombre, Jesús esta ahí, en su Espíritu Santo.
En su presencia, obtenemos la paz que sobrepasa todo entendimiento por confiar y estar a cuentas con ÉL, sabiendonos perdonados por lo que Jesucristo hizo en la Cruz, tomando nuestro lugar, dándonos una nueva vida, y el privilegio de llamarlo Abba, Papá, Padre! Deleitate en alabarlo!
1Aclamad con júbilo al SEÑOR, toda la tierra.
2Servid al SEÑOR con alegría;
venid ante El con cánticos de júbilo.
3Sabed que El, el SEÑOR, es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
pueblo suyo somos y ovejas de su prado.
4Entrad por sus puertas con acción de gracias,
y a sus atrios con alabanza.
Dadle gracias, bendecid su nombre.
5Porque el SEÑOR es bueno;
para siempre es su misericordia,
y su fidelidad por todas las generaciones.
Salmo 100