El Cordero de Dios

 
 
   

Éxodo 12:13

Ayer estuve platicando con unos jóvenes judíos, quienes conocen bien los primeros cinco libros de la Biblia, el Pentateuco, para ellos es el Torá.  Creen (igual que yo) todo lo que ahí está escrito, y hoy amanecí con muchas ganas de escribir de lo que ayer estuvimos platicando.  Enfocando principalmente a como Dios «usa» el sacrificio de los animales en muchos de los pasajes del antiguo testamento… y todo esto con un Gran Propósito.

Desde el principio, vemos que Dios usó el sacrificio de un animal para cubrir el pecado. Después de que Adán y Eva desobedecieron a Dios, comiendo del árbol del conocimiento del bien y del mal, se cubrieron con hojas, pero Dios les proporcionó algo mejor: «Y el Señor Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió» (Génesis 3:21). Este acto simboliza cómo Dios cubre nuestra vergüenza y pecado con un sacrificio que Él mismo provee. Hubo que sacrificar un animal para cubrirlos con las pieles.

Después, podemos leer en la Biblia como Dios prefirió la ofrenda de Abel y no la de Caín.

«Y aconteció, al transcurrir el tiempo, que Caín trajo al Señor una ofrenda del fruto de la tierra. También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grasa de ellos. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya.»
Génesis 4:3-5

La ofrenda de Caín consistía en productos agrícolas, fruto de su trabajo; mientras que Abel ofreció un cordero de su rebaño, lo que implicaba un sacrificio con derramamiento de sangre, que fue más agradable a Dios.

En la historia de Abraham, vemos otra poderosa imagen del sacrificio sustituto. Dios pide a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac, pero provee un cordero en su lugar: «Entonces Abraham levantó los ojos y miró, y he aquí, un carnero detrás de él, trabado en un matorral por sus cuernos; y Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo» (Génesis 22:13). Este acto simboliza cómo Dios provee el sacrificio necesario para salvar.  Una vez más Dios supliendo el cordero para el sacrificio.

Durante la décima plaga en Egipto, la sangre del cordero untada en los dinteles de las puertas, salvó a los israelitas de la muerte: «Y tomarán parte de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas donde lo coman… Y cuando vea la sangre, pasaré de vosotros, y ninguna plaga vendrá sobre vosotros para destruiros cuando hiera la tierra de Egipto» (Éxodo 12:7, 13). Este evento es central en la memoria judía como un acto liberación. Fue la forma en que Dios liberó a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Ya que cuando los primogénitos de los egipcios, incluyendo el hijo de Faraón murieron, finalmente el rey de Egipto permitió que salieran.

Después vemos como mismo Dios por medio de Moisés abrió el mar rojo en dos, para que el pueblo que venía siendo perseguido por los egipcios, pudieran librarse de ellos.

Una y otra vez comprobamos con el Antiguo Testamento la forma en que Dios usaba un cordero sin mancha con un propósito.
Todo el Antiguo Testamento viene apuntando al Cordero. Ese Cordero que es revelado en el Nuevo Testamento. Jesús es presentado como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Juan el Bautista declara:

«He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo»
Juan 1:29

Jesús es el sacrificio perfecto y sin mancha que Dios provee para nuestra redención eterna. Su sangre derramada en la cruz nos ofrece perdón y vida eterna: «Y sin derramamiento de sangre no hay perdón» (Hebreos 9:22).

Así como fue necesario que un cordero sin mancha derramara su sangre, para untar en los dinteles de las puertas de los hebreos para guardarlos del ángel de muerte; así ahora es necesario que el Cordero de Dios derramara su sangre en la cruz, para librarnos a nosotros de la muerte eterna (muerte espiritual).

La Biblia enseña que  «la paga del pecado es muerte» (Romanos 6:23) y también dice que no abemos ni uno justo, en cuanto a que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. Estamos separados de Él y no podemos tener una relación personal, porque Él es Santo. Y sin un sacrificio adecuado, no hay perdón. Pero Dios, en su infinito amor y misericordia, nos ha dado a Su Hijo como el sacrificio perfecto. Jesús, el Mesías, es el cumplimiento de todas las promesas y prefiguraciones del Antiguo Testamento. Todo el Antiguo Testamento apunta al Mesías, al Salvador, al Cordero….  Jesús es Quien viene a cumplir con todo esto.

He estado reflexionando mucho en estos pasajes bíblicos y espero que quien lea  este corto mensaje, pueda comprender sobre cómo Dios ha revelado Su plan de redención a través de la Biblia; primero en el Antiguo Testamento apuntando al Salvador, al Mesías; y después en el Nuevo Testamento presentando a Jesús como el cumplimiento de las profecías y promesas, el Cordero sin mancha que nos libra de la muerte eterna. Te invito a estudiar y meditar en estas verdades leyendo tu Biblia y sobre todo a abrir tu corazón al Mesías prometido.

Por tu Encuentro con Jesús,
-Ani Garza T

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